Este año cometí errores. Miles de errores. Aunque hubo uno que marcó mi 2024. Obvio que en el momento no me di cuenta, pero cada uno de ellos venía acompañado de una sensación incómoda que fui acumulando sin escucharla. El primer error (y el que marcó mi año) fue decir que sí a un trabajo que me alejaba de la vida que quiero construir. El segundo fue dejar de hacer journaling (que no ayudó para nada), una práctica que siempre me había conectado con mi esencia. El tercero, y quizás el más sutil, fue darle prioridad al hacer por encima del ser.
Los signos que ignoré
Empecé ese trabajo con la emoción de alguien que empieza un nuevo reto, pensé que mi ansiedad y mi incomodidad se debían a enfrontar el nuevo reto de encargarme de redes sociales de una marca consolidada. Pero con el tiempo, empezaron a aparecer las señales que ya conocía: frustración, falta de energía, una sensación de estar haciendo todo "porque debía", no porque quería.
Ya sé que el trabajo funciona así, cambiás tu tiempo por dinero, algunos hacemos cosas “fáciles” y otros tienen que poner el cuerpo. A mi, hacer algo que no me gusta, que no tengo ganas de hacer, me desconecta de las ganas de vivir. Poco a poco, esa desconexión me llevó a la ansiedad, e incluso al pánico. Sin darme cuenta había dejado de tomar decisiones alineadas con lo que realmente quería, a la mierda mi vision mood 2024, me dejé llevar por lo que debía hacer y no por lo que quería ser, priorizando necesidades inmediatas como el dinero por sobre mi bienestar y mi propósito.
El aprendizaje detrás de los errores
Hoy, con un poco más de perspectiva y habiendo renunciado a ese trabajo que me alejó tanto de mi camino, puedo decir que cometer esos errores fue necesario para darme cuenta de algo fundamental: tomar decisiones alineadas con mi ser es innegociable. No importa qué tan urgente parezca una necesidad, lo que realmente importa es que esa acción o decisión se sienta como una extensión de quién soy y de cómo quiero vivir. Quiero aclarar acá que hablo desde un privilegio total y absoluto que me permite elegir qué quiero hacer para ganar dinero y qué hacer con mi tiempo.
Habiendo aclarado esto, este 2024 aprendí que cuando sacrifico cosas que me hacen bien —como el journaling, que dejé de lado pensando que no tenía tiempo— pierdo una herramienta valiosa para procesar mis emociones, reconectar conmigo misma y tomar decisiones más conscientes. También entendí que el "hacer" sin sentido no lleva a ninguna parte si el "ser" no tiene prioridad.
La herramienta que me ayudó: un mapa de decisiones alineadas
Quiero compartir con ustedes una herramienta que empecé a usar para no volver a cometer los mismos errores. Es un ejercicio simple que me ayuda a evaluar si una decisión está alineada con la vida que quiero construir.
Conectá con tu propósito: Antes de tomar una decisión importante, anotá tu propósito o tus valores principales. Preguntate: ¿Cómo quiero vivir? ¿Qué es importante para mí en este momento?
Evaluá la alineación: Para cada decisión, respondé:
¿Esto me acerca o me aleja de mi propósito?
¿Esto se siente bien en mi cuerpo? (Podés notar una sensación de calma o, por el contrario, una presión incómoda).
¿Estoy eligiendo esto por miedo o por amor a lo que quiero lograr?
Tomá una acción simbólica: Si sentís que la decisión está alineada, hacé algo pequeño que simbolice tu compromiso. Por ejemplo, escribí en tu journal por qué estás eligiendo este camino. Si no está alineada, buscá alternativas que sí lo estén.
Mi mensaje para vos (y para mí)
Si pudiera hablarle a mi yo de hace un año, le diría: confiá en tu intuición, incluso cuando el miedo te diga lo contrario. Hay muchas formas de lograr tus objetivos sin traicionar la vida que querés construir. Este es mi recordatorio personal y mi invitación para vos: escuchá lo que tu cuerpo y tu ser necesitan. Es el mejor mapa para no perderte.
Y vos, ¿qué aprendiste este año de tus propios errores? ¿Qué harías diferente? Si querés compartir tus reflexiones, siempre estoy acá para leerte.
Con cariño,
Mer