¿QPSC? #35 x Marihel Cova: El equilibrio en alguien perfeccionista... ¿existe?
Reflexiones de una emprendedora exitosa sobre el perfeccionismo, compromiso y confianza.
Tengo que admitir que nunca sufrí de ser perfeccionista. Y siempre pensé que eso era un defecto. No tengo atención atención al detalle y durante toda mi carrera profesional se vio manchada por esa falta.
Del otro lado de la vereda están las pesonas como mi amiga Marihel, la invitada espectacular de hoy. Marihel es otra de las amigas que me dejó Expansoras y aunque la geografía nos separa, durante el año pasado la vi luchar contra el perfeccionismo. La vi crecer, la vi soltar, la vi ser un poco más feliz.
Además de eso, es emprendedora en Venezuela. Apostar por un país que es un caos debería merecer un reconocimiento internacional. Marihel es muchas cosas que a mi también me gustaría ser.
Los dejo con sus palabras, sus luchas y sus pensamientos.
Soy Marihel y muchos me conocen como “La chica de Formularte” porque así se llama mi marca de productos para el cuidado de la piel con la que llevo 9 años ininterrumpidos dedicada al 100% y con la que he aprendido tantas cosas no solo a nivel profesional sino de mi misma, de mis capacidades y de la palabra COMPROMISO.
Asi que comenzar a hablar sobre el perfeccionismo y etiquetarme como una persona asi es algo que nunca habia hecho ni en lo que quise profundizar demasiado hasta que empecé a sentir dos cosas clave en mi vida: primero estaba comenzando a sentirme resentida con mi marca, me molestaba todo lo que tuviera que ver con ella, mi amor por lo que hacía no era el mismo. Y lo segundo es que mi cuerpo me estaba dando señales de alerta y a gritarme de que no podia mas con el ritmo que estaba llevando.
Jornadas de lunes a domingo, desde las 9am hasta probablemente las 9pm, ideas por aquí, ideas por allá, listas interminables de pendientes, agenda llena de tareas para cada dia distribuidas por horas específicas para cumplirlas, post its y papelitos de mensajes por responder, cosas que comprar y buscar, todo para que NADA se me olvide; cuadernos para las ideas, cuaderno para el contenido en redes, páginas infinitas de notion, calendarios por todos lados recordandome que el tiempo “vuela” y que tengo que trabajar, trabajar, trabajar si quiero ver resultados…
Y la sensación perenne de que igual estaba retrasada, de que asi haya estado todo el dia frente a la computadora siendo “productiva” o en el laboratorio haciendo mis productos igual iba tarde, igual podría haberlo hecho mejor
“la semana que viene lo reviso de nuevo porque no me gusta como quedó”…y sin darme cuenta reagendaba cosas para no terminarlas por no sentirlas nunca lo suficientemente buenas y perfectas.
Y peor aun, cuando ya de verdad estaban listas las engavetaba, y en el caso de un producto nuevo lo dejaba ahi, mirandome y postergando sin razón su lanzamiento por dudar si es realmente bueno… un ciclo que me estaba desgastando emocional y físicamente.
Comencé a tener problemas para dormir (siempre fui alguien que a las 9pm ya estaba bostezando cada 15 segundos) amo dormir y jamas tuve problemas por las noches para conciliar el sueño y prácticamente “caer como piedra” y durante los últimos meses me encontraba en la cama casi a medianoche con mi cuerpo consciente de que quería descansar pero a la vez incómodo, tenso y sin una gota de sueño, muchas veces lloraba de la frustración y al momento que lograba dormir, me despertaba a las 3am (si, la famosa hora del cortisol elevado) y de nuevo el insomnio hasta que sonaba el despertador.
Por supuesto, mañanas de cansancio, de mal humor, ganas de tirar todo a la basura, me comenzaban a salir mal los productos en el laboratorio… perdí tanta materia prima, me frustraba, lloraba de nuevo y no entendía por qué, no quería contestarle a los clientes, todo me daba fastidio, rechazaba colaboraciones porque “que flojera” y así me fui desconectando más de mi marca y de mi amor por ella.
Como alguien del mundo de la salud (soy farmacéutica) y que se dedica a promover el cuidado de la piel no solo con productos sino a través de los hábitos el no poder dormir me generaba más ansiedad porque estaba consciente del daño a todo nivel que produce esto y fue mi llamado de alerta final (porque el cuerpo me había dado otras señales de este burnout) de que estaba sobreexigiendo y saturando a mi mente básicamente por mi obsesión de controlar cada detalle (absurdo o no) de todo lo que hacía para que fuera perfecto.
Siempre me consideré una persona que solo le gustaba ser organizada, no dejar cabos sueltos y que cada cosa que hiciera quedara bonito, bien hecho y sin ningún tipo de error. Pensaba que eso solo me convertía en alguien responsable que hacía lo que tenía que hacer y ya, no pensé que se volvería en algo obsesivo al punto de pasarme factura en mi yo del presente.
De pequeña fui una niña algo introvertida, supongo que también porque nos mudamos varias veces de ciudad por el trabajo de mi papá y el llegar a un nuevo colegio a mitad de año casi siempre influyó en generar esas conductas de tener que RESALTAR y DESTACAR para poder agarrarle el ritmo al nuevo entorno, y la forma en la que siempre lo hice fue estudiando mucho, siendo la más responsable, que me escogieran para todas las lecturas y actividades académicas intercolegiales y ser la que hacía todo perfecto y la que daba ese extra en las tareas para sobresalir.
Ya un poco más grande, en la adolescencia me convertí en esa persona que hacia todos los trabajos grupales porque segun yo “nadie lo hacia bien” y a nadie le importaba que quedara perfecto; modificaba y “mejoraba” las partes que le tocaban a mis compañeros minimizando su esfuerzo y terminaba siempre siendo la que transcribía los trabajos y corregía todo (insoportable lo sé)
Jamás aprendí a delegar responsabilidades porque tener el control de todo me daba tranquilidad, el yo ser la única responsable de los resultados de cualquier cosa me hacía sentir importante, imprescindible y me cuesta decirlo en estos momentos porque no me siento orgullosa, pero sí, me hacía sentir superior porque dentro de mí creía que si yo no lo hacía, nadie más iba a poder hacer las cosas como son.
Claramente todos estos patrones se fueron arrastrando y hasta multiplicando hasta llegar al punto que hoy, a mis 35 años me cuesta demasiado dejarme fluir, no sobrepensar ni exigirme en cada cosa, celebrar mis logros, me cuesta darme mis espacios para descansar y desconectarme en serio, he sacrificado tanto lo que me gusta hacer a mi, como persona, por creer que el tiempo es oro, y sí que lo es, pero ¿cuál es el verdadero costo de sacrificamos este tiempo tan valioso por creer que el trabajo imparable es lo único que importa?
Irónicamente o prefiero llamarlo “sincronías del universo” (una frase que aprendí del libro “El camino del artista”) empecé el último año a prestar más atención en frases como “Trabajar duro es importante pero más esfuerzo no necesariamente produce más resultados” “Menos cosas pero mejor hechas” “Cuando hay falta de claridad se pierde tiempo y energía en las cosas triviales” “Nada es tan urgente” “Terminado es mejor que perfecto” “Eso es problema para la yo del futuro” “Si no te da paz, ahí no es”



Cuando comencé a ser consciente de que existe otra forma de realmente ser y sentirme PRODUCTIVA y estar alineada con las metas y sueños (que tenía tanto para mi negocio como en mi vida personal) me di cuenta que al final todo se resume en comenzar a desaprender patrones y creencias con cosas básicas como poner una alarma a las 3pm que sea mi LÍMITE ABSOLUTO para dejar de trabajar, sin peros, sin agregarle unos minutos extra, sin pensar en lo que quedó inconcluso, sin quedarme más para “adelantar” NO.
Poner un simple límite como una alarma (en mi caso) está siendo la palanca multiplicadora que me ha permitido aterrizar de nuevo en mi vida y darle a mi cuerpo y a mi mente la libertad que realmente estaba buscando cuando decidí ser emprendedora y no una esclava de mi sueño en la que me había convertido por tanto tiempo.
Por supuesto, aprender a soltar el control, vencer el miedo a fracasar en algún proyecto y permitirme cometer errores para calmar el perfeccionismo que busca mi ego no es algo que haya dominado al 100% pero de todas las herramientas que he aprendido ultimamente decidi tomar lo bueno de esta personalidad y enfocarlo en lo que puede ayudarme a volver al presente y a sentirme en paz con mis decisiones y acciones.
Mi obsesión por los post its me permite ahora ver e integrar frases (varias de las que mencioné arriba) que me devuelven a lo esencial y a bajarle dos a mi ritmo.
Mi agenda física se volvió un lugar seguro donde también anoto mis hobbies y demás actividades que me nutren como persona y que me permiten expresar mi creatividad y ser libre de maneras distintas al trabajo de siempre: planificar en exceso se transformó en muchas plantillas y tablas digitales que ayudarán a otros a quienes les cuesta un poco más poner orden en sus cosas y así, le estoy dando la vuelta a esto que siempre será parte de mi.
Decirte que esto mismo te funcionará a ti si vives una situación similar quizás sea mentirte un poco porque cada quien debe tomar la acciones necesarias para hacer más ligera las cargas, pero sin duda, si debo recomendarte algo es que si tu no aprendes a establecer las prioridades y límites en tu vida, alguien o algo más lo hará por ti y la mente o nuestro ego siempre trata de mantenerte en el lugar que considera que es “seguro” aunque te esté destruyendo en todos los demás aspectos de tu vida.
Por eso cuando el cuerpo (que nunca miente) comienza a hablar o a gritar de que hay que parar, hay que detenerse un momento para escucharlo y comenzar a dar pasos, pequeños o radicales, para lograr un equilibrio más sano, alineado y responsable para tu mente, tu cuerpo y tu alma.
PD.: Cuando Mer me invitó a escribir una edición para su newsletter sentí algo de ansiedad porque me daba miedo no estar a la altura (otra vez mi ego queriendo ser perfecto) pero respiré profundo, solté el control por explorar terrenos desconocidos y escribir esto se sintió ligero, bonito y las palabras fluyeron solas asi que gracias amiga por confiar en mi y dejarme contar un poco de mi historia.
Cosas que inspiran a Marihel en su búsqueda de equilibrio
Un libro: Esencialismo.
Este libro fue el primer paso para entender que ser productivo no es igual a mas horas de trabajo, es facil de leer, te da bofetadas de realidad que son CLAVE para darte cuenta de todo lo que hacemos mal con nuestro tiempo y energía.
Un audiolibro: Hábitos atómicos
Se me hizo más practico escucharlo en vez de leerlo y me permitió identificar pequeñas conductas que son super fáciles de implementar para integrar mejores hábitos sin expectativas irreales, y los ejemplos en cada caso te demuestran que si es posible y que si funciona.
Un podcast: DURMIENDO por Dudas Media
Cada episodio dura menos de 20 minutos, los mensajes son cortos, al grano y poderosos, la voz del narrador es super amable y me ayudó muchisimo a relajarme para poder conciliar el sueño en momentos en que estaba más tensa.
Hasta acá las recomendaciones de hoy! Si te gustaría hacer un post colaborativo, respondé este mail y lo charlamos <3
Besos,
Mer