Hace muy poco hice un reel sobre normalizar el ser “mediocre” resaltando que lo que casi todos vemos como mediocridad es básicamente tener una vida normal. Común y corriente. Mientras escribo esto me doy cuenta que es mi más grande miedo. Lo gracioso (o no) es que es la vida que tengo. Una vida sin nada que nada resalte demasiado, o al menos eso es lo que siento. Creo que lo único que hace mi vida un poquitito diferente sos mis ganas eternas de crear sin parar.
Crear es lo único que me conecta con la vida y me hace olvidarme un poquito que tengo esa vida mediocre que me debería parecer normal. Y quiero remarcar que no creo que ser mediocre esté mal, es que a mi me hace sentirme fracasada. No me siento cómoda ni en la mediocridad ni en el fracaso. Es curioso porque el fracaso me parece una parte primordial del proceso creativo.
Y aunque concientizarlo es el primer paso para sanarlo, no quiere decir que no me duela sentirme mediocre. Al contrario, a veces el miedo a no ser excepcional en algo que quiero hacer, es tan fuerte que me frena antes de siquiera empezar.
Así que en lugar de intentar escapar de la mediocridad, estoy empezando a aceptarla como una parte inevitable del proceso. Porque, ¿cómo podría destacar sin haber sido mediocre primero? Nadie empieza siendo brillante. La creación, al igual que cualquier otra habilidad, es un músculo que necesita entrenarse. Y, por lo tanto, la mediocridad no es un defecto, es el punto de partida. (y también puede ser la llegada, sino pensá en ese hobby que empezaste y que eras excepcionalmente mala y que la mediocridad significó una mejora!)
Para avanzar, he decidido que el miedo no puede ser el que guíe mi proceso creativo. Es normal sentir miedo, pero no puedo dejar que tome el control de mis decisiones. Y vos tampoco!
La única forma de mejorar es seguir haciendo, creando, publicando, escribiendo, dibujando, etc. aunque al principio no sea extraordinario. Porque detrás de todo proceso creativo hay una base sobre la que construimos, poco a poco, algo que nos va a enorgulleser. Además el camino es muy digno de ser compartido. Por ejemplo en mi carrera fallida como creadora de contenido: no hago videos porque sé que ni si quiera estoy cerca de ser mediocre, de hecho estoy muuuuuuuuuuuy por debajo de la media, soy malísima, pero ¿cómo me va a ir bien si no hago videos? (PD: tengo miedo de dejar de escribir porque nadie me lee. Ojalá sane esto antes de que eso pase.)
Para conocer:
Lynch es conocido por su estilo único y su capacidad para crear mundos surrealistas, pero su carrera comenzó con mucha incertidumbre y mediocridad. Su primera película, Eraserhead, tardó años en completarse y fue rechazada por muchos estudios. Pero Lynch nunca dejó de trabajar en ella, enfrentando sus inseguridades y la posibilidad de que su película fuera un fracaso. Hoy en día, es considerado uno de los directores más influyentes de nuestro tiempo. Su perseverancia ante el miedo a no ser comprendido es una lección sobre cómo avanzar y salir de la mediocridad.
Para jugar: Animated Drawings
Parte de atreverse y recorrer el camino en cualquier proceso creativo tiene que ver con jugar, así que te dejo esta app para que veas ese bosquejo o ese super personaje animado y en movimiento! Te recomiendo que lo intentes aunque no te guste dibujar, para distraerte, experimentar, relajar y conseguir algo de dopamina que no venga de redes sociales. Aunque sea para matar un poco de tiempo un domingo por la tarde!
Para reflexionar: La obligación de ser genial.
"La obligación de ser genial" de Betina González es un libro que reflexiona sobre las expectativas desmedidas que enfrentamos los creativos, así como la presión de siempre ser brillantes o "geniales". En este ensayo, Betina González explora la relación que tenemos con nuestra creatividad, la escritura y el fracaso, y cómo nos imponemos la obligación de sobresalir constantemente, lo cual termina afectando la autenticidad del proceso creativo.
La autora nos invita a recuperar el lado lúdico y liberador de la imaginación, sugiriendo que, a menudo, la búsqueda de la genialidad puede ser más un obstáculo que una ayuda para el desarrollo de una obra significativa. A través de sus propias experiencias y reflexiones, nos desafía la idea de que debemos producir siempre algo extraordinario, y en su lugar, nos invita a aceptar los fracasos y limitaciones como parte esencial del camino creativo.
Para inspirarse: Marina Abramović – Artista de performance
Si hablamos de alguien que ha hecho de la constancia y la resistencia su bandera, Marina Abramović es un nombre que no puede faltar. Esta artista de performance ha dedicado su carrera a explorar los límites del cuerpo y la mente a través del arte. En su obra "The Artist is Present", Marina se sentó inmóvil durante más de 700 horas frente a un público, demostrando que la creación también puede ser un acto de resistencia. (se pueden imaginar pasar 700 horas sin moverse? sin el celular?!)
Abramović nos enseña que el proceso creativo no siempre tiene que ser rápido o inmediato. A veces se trata de sostener el momento, de estar presente y de aceptar los silencios y las pausas como parte del proceso. Su enfoque nos invita a ser pacientes con nuestra propia mediocridad y entender que, al igual que en sus performances, la transformación creativa ocurre lentamente.



Para ser excepcional: Veja
Esta marca de zapatillas ha ganado notoriedad por su enfoque ético y sostenible. Veja utiliza materiales ecológicos y trabaja directamente con cooperativas de pequeños agricultores en Brasil, promoviendo un cambio en la industria del calzado. Su éxito se debe tanto a la calidad como a su compromiso con la transparencia en toda su cadena de suministro.
Si te sientes mediocre, si te cuesta enfrentarte al miedo de no ser suficiente, quiero que recuerdes que todos estamos en el mismo barco. La mediocridad no es el enemigo, es solo un punto de partida. La clave es no detenerse allí. Sigue creando, sigue arriesgando, y poco a poco, la mediocridad se transformará en algo mucho más grande.
Gracias por estar aquí, semana tras semana, compartiendo este proceso conmigo.
Un abrazo!